Muchas veces suele sucedernos que al mirarnos al espejo, la imagen que refleja no es la que nosotros quisiéramos o esperábamos: a veces un par de kilogramos de más pueden opacar nuestra alegría, y esa insignificante “pancita” que vemos sobresalir hace que se activen en nuestra mente no una, sino varias señales de alarma o alerta. ¿Será que estamos excedidos de peso?¿Es necesario ponernos a dieta?¿Cuántos kilos tendremos que bajar para volver a nuestro peso ideal?.
Estas preguntas pueden invadirnos al instante a la hora de comprobar el estado de nuestra figura, pero con hacernos a la vez esta infinidad de cuestionamientos y no darle respuesta a ninguno de ellos, seguramente no llegaremos a buen puerto, y salidas como despreocuparse y seguir engordando, o preocuparse de más y no comer pueden volverse opciones no favorables para nuestra salud.
Es por eso que utilizar métodos como el Índice de Masa Corporal, o IMC, pueden volverse de gran utilidad a la hora de comprobar nuestro estado, y darnos cuenta de si necesitamos realizar una dieta estricta, si sólo debemos cuidarnos un poco más durante las comidas, o si realmente estamos en nuestro peso ideal. Ahora bien, ¿cómo es que podemos sacar manualmente este índice?, y ¿qué variables son las que se relacionan en este cálculo?.
La respuesta a esto es muy sencilla: el IMC es una medida de asociación entre el peso y la altura de una persona, y nace de un cálculo desarrollado por el estadístico belga L. A. J. Quetelet. Se calcula dividiendo el peso por la altura al cuadrado, y sus resultados son muy fáciles de interpretar: si el índice da un valor menor a 18,50 , la persona sufre de infrapeso, si el número está entre 18,50 y 25, el individuo presenta un peso normal, si el valor es de entre 25 y 30, se encuentra en un nivel de sobrepeso, y si es mayor de 30, la persona presenta un estado de obesidad.
