Cada vez más población se concentra en las ciudades, ámbitos urbanos en los que los niveles de ruido son superiores a los que se producen en zonas rurales o con menor densidad de población. Una de las consecuencias de esta concentración de población es el hecho de que cada vez más personas se ven afectadas por la denominada «contaminación acústica», es decir, tienen que padecer niveles de ruido superiores a los deseables.
Y esto puede afectar a nuestra salud, ya que la exposición continuada a niveles demasiado elevados de ruidos (a partir de 50 decibelios ya se aprecian efectos negativos) trae consigo alteraciones en nuestro organismo e incluso en nuestro comportamiento. Los efectos más importantes son los siguientes:
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Alteraciones en el funcionamiento normal del sistema auditivo con pérdida de su capacidad si la exposición al ruido es continuada. Si no es así, estas alteraciones suelen ser permanentes.
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Alteración del sueño si el exceso de ruido se produce durante las horas de descanso.
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Aumento del riesgo de padecer estrés y de estados de ánimo irritables.
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Dificultades para la concentración y frecuentes dolores de cabeza.
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Si el nivel de ruido es muy elevado se pueden producir alteraciones en el ritmo cardíaco y en el ritmo habitual de la respiración.
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La presión arterial también puede verse afectada por excesivos y continuados niveles de ruido.
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