El cuidado de la retina, una prioridad

 

Las precauciones para mantenernos a salvo de las enfermedades oculares deben comenzar desde nuestra primera infancia. La miopía es un mal que aqueja cada vez a niños más jóvenes, en un mundo en que la necesidad de prestar atención visual constante se acrecienta más y más. Hay que procurar que cuenten siempre con una iluminación adecuada y que no pasen un tiempo excesivo delante de pantallas de cualquier tipo.

El otro sector de riesgo en lo referente a problemas oculares es el de la población de mayores de cincuenta años. Es a partir de dicha edad cuando comienza a acusarse el cansancio inevitable en la vista, y cuando se hace más necesario que nunca el cuidado de la retina. No olvidemos que es de esta zona del globo ocular de la que parte en gran medida nuestra visión, y que por tanto, al ser la de más uso, es la primera que comienza a degenerar.

Los síntomas que suelen advertir de un problema de retina son la visión borrosa (especialmente en la parte central) o la aparición de rayas en nuestro campo de visión. No obstante, no debemos esperar hasta sufrir alguno de éstos para acudir al oftalmólogo; si pasamos de los cincuenta años, no está de más programar visitas periódicas. La salud ocular es fundamental para nuestra vida cotidiana, de manera que no es algo que debamos dejar a la ligera. Además, debemos recordar que existen algunos factores de riesgo, como pueden ser la obesidad, el tabaquismo, las características hereditarias o los problemas generales relacionados con la tensión.

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