Estamos en verano y casi todos hemos estado tentados a iniciar eso que se conoce popularmente como la “operación bikini” o “bañador”. Que si menos vida sedentaria, que si más verduras, que si menos alcohol., etc.
En este artículo vamos a centrarnos en uno de los principales enemigos a la hora de lucir tipito: las grasas.
Tomadas desde un punto de vista nutricional se distinguen tres tipos diferentes de grasas:
- Triglicéridos.
- Fosfolípidos.
- Colesterol.
No se trata ahora de desarrollar un manual acerca de la composición de las grasas o de su presencia en los alimentos, pero si daremos alguna pincelada general de manera esquemática sobre los conceptos más importantes:
- Aproximadamente el 30% de las calorías ingeridas por la dieta han de proceder del consumo de grasas.
- Ácidos grasos saturados: un excesivo consumo eleva las tasas de colesterol y triglicéridos en sangre.
- Ácidos grasos insaturados:
- Monoinsaturados: cuidan del sistema cardiovascular, reduciendo los niveles de colesterol total.
- Poliinsaturados: rebajan el nivel de colesterol y triglicéridos, reduciendo el riesgo de trombos o coágulos.
- Fosfolípidos: son un tipo de grasas presentes en membranas y diversos tejidos, por lo que son necesarios para el normal funcionamiento del organismo.
- Colesterol: componente vital en las membranas del cuerpo.
- HDL-c, popularmente conocido como “colesterol bueno”.
- LDL-c, popularmente conocido como “colesterol malo”.
Finalmente, y para acabar el artículo, conviene hacer referencia al reparto de los tipos de grasas que convencionalmente está recomendado:
- Grasas saturadas: hasta un 10% de calorías de la dieta.
- Grasas monoinsaturadas: entre el 15 y el 20% de las calorías de la dieta.
- Grasas poliinsaturadas: menos del 7% de las calorías de la dieta.
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