El poder de las afirmaciones (2): su lista de deseos

Siguiendo con esta serie de artículos, continuamos viendo como el poder de las afirmaciones y el autoconocimiento nos serán útiles en nuestra vida.

 Le propongo un ejercicio muy sencillo. Coja lápiz y papel, y prepárese para escribir. ¿Está ya preparado?

Voy a formularle una sencilla pregunta. En un trozo de papel que esté en blanco escriba lo primero que se le viene a la mente como respuesta.

La pregunta es:

¿Qué desea Usted?

Si mucho no me equivoco, el espacio todavía estará en blanco y usted ha seguido leyendo sin escribir nada. ¿Tengo razón?

indecision¿Qué pensamientos vinieron a su mente cuando leyó la pregunta? La pregunta es fácil de entender; no contiene más que tres palabras. La mayoría de la gente, cuando lee la pregunta, siente como una corriente de ideas llega a su mente, una ráfaga de preguntas sin orden alguno. En la confusión, les resulta difícil formular una respuesta coherente. Finalmente, se rinden y siguen leyendo sin contestar.

 

Esta falta de claridad es precisamente el problema. Normalmente no sabemos lo que queremos. No tenemos una imagen clara y específica de nuestros deseos. Esta falta de certeza es, de lejos, la principal razón de que la mayoría de la gente no sea feliz o no tenga éxito. Estudios nos muestran que sólo dos de cada mil personas tienen claro lo que quieren.

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La mayoría de nosotros va por la vida sin saber lo que quiere, pero lo que sí sabe es que, sea lo que sea, no lo tiene…

En ningún caso debemos confundir el estar insatisfecho con saber lo que queremos. La mayoría de la gente está insatisfecha con sus vidas. No hay nada de especial en ello. Sin embargo, son muy pocos los que tienen la más mínima idea de lo que quieren.

Supongamos que un hombre decide coger un avión para irse de vacaciones. Se dirige al aeropuerto, y mantiene la siguiente conversación con el vendedor de los billetes.

 

  • «Hola, quisiera sacar un billete.»
  • «De acuerdo. ¿Adónde quiere ir?»
  • «Bueno, no estoy muy seguro.»
  • «¿Quiere sacar un billete y no sabe hacia dónde?» «Sí, creo que así es.»
  • «Bueno, lo siento pero no puedo ayudarle si no sabe a dónde quiere ir.»
  • «Oh, la verdad es que, no me importa, lo que quiero es ir a un sitio donde pueda pasarlo bien.»
  • «Lo siento, señor. Tiene que decirme dónde quiere ir. Si me lo dice, yo le daré el billete para que vaya a ese lugar. De lo contrario, no podré ayudarle. Me gustaría, pero no puedo.»

Esta ridícula conversación es la clase de diálogo que la mayoría de la gente mantiene con su subconsciente. Sus mentes están ansiosas de ayudarles, pero no pueden. Si supieran lo que quieren, sus subconscientes lo conseguirían, pero sin tener pistas no pueden hacer nada. Un filósofo dijo una vez, que pensamientos confusos, crean vidas confusas. A usted no le gustaría caer en todo esto, ¿verdad? Si es así, su estado de confusión debe desaparecer ya, ahora mismo.

El primer paso para conseguir lo que uno quiere, es saber qué quiere: Quizás le gustaría estar en este instante en otro sitio distinto al que ocupa ahora. Quizás le gustaría hacer algo distinto a lo que normalmente hace. Quizás desearía tener más cosas de las que actualmente posee. Esos sentimientos son generales y ambiguos, carecen de claridad y precisión. Esos pensamientos no son como las imágenes específicas. Para obtener resultados, debe saber exactamente dónde quiere estar, qué quiere hacer y qué cosas quiere tener. Sólo si tiene detalles, podrá formar imágenes de lo que quiere.

Suponga que se le aparece un genio y le dice, «Te voy a conceder todos tus deseos. Haz una lista.» ¿Qué le pediría? ¿Cómo haría esa lista de deseos? ¿Sabría?

Una vez alguien me dijo, «Añoro algo. Lo deseo con todo mi corazón. El único problema es que no sé lo que es.» ¿Alguna vez se ha sentido así? Si su respuesta es sí, no está solo. Es usted uno de los muchos millones que no tienen ni idea de lo que quieren. Pues yo le puedo decir: ya es bastante. Ya es hora de hacer algo. Es hora de decidir qué es lo que quiere.

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