Tomarse un refresco en un bar viendo el fútbol, en casa leyendo, con los amigos, etc. es una acción sumamente común en la actualidad. No obstante se consume una cantidad enorme de litros de refrescos en nuestro país cada año.
Sin embargo, no todos somos conscientes de la composición de esos refrescos, de su proceso de elaboración, de cómo afectan a nuestro organismo y de que hay alternativas para tomar de vez en cuando.
Los refrescos carbonatados aportan una gran cantidad de azúcar a nuestro organismo de rápida absorción. Si se consumen con regularidad puede suponer un incremento de los niveles de azúcar, que de mantenerse corren riesgo de convertirse en causa de incremento de peso corporal y de aumentar el riesgo de padecer diabetes. También contribuyen a la aparición de caries.
Por lo general estos refrescos carbonatados no quitan la sed, por lo que es frecuente que se consuma más de uno. Además, muchos de los componentes utilizados, tales como edulcorantes y acidulantes tienen efectos negativos en nuestro organismo (unos por tener un alto poder adictivo y otros por reducir los niveles de minerales en sangre).
También se ha demostrado que las personas que consumen habitualmente y de forma excesiva este tipo de bebidas tienen menor apetito, con lo que puede verse afectado su metabolismo.
Desde este blog aconsejamos moderación en su consumo, de manera que sea responsable, especialmente en los niños porque son más vulnerables a sus posibles efectos perjudiciales.
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